“A ver, señora, ¿usted confía en mí?”, interrogó Adán Augusto López a la madre de una persona desaparecida. “Pues la verdad yo no confío en nadie”, respondió ella, “no confío en las autoridades.
” Fue en ese momento que el secretario de Gobernación perdió el temple que suele ostentar: “pues yo tampoco confío en ustedes”, le dijo sin ningún tacto…