Contrario a la versión infantil que hizo temprana pedagogía emocional respecto de la maldad, una situación de violencia generalizada, como la que dolorosamente caracteriza a la época, no es causada por antihéroes predestinados a imponer el mal, sino por ambientes sociales configurados para envilecer a las personas. También, contrario a creencias tan antiguas como la especie humana, la fabricación de esos ambientes no ocurre por la intervención de fuerzas extraterrestres ni metafísicas, tampoco por obra exclusiva del azar, sino por una larga serie de acciones equivocadas que salan la tierra donde debería germinar la buena voluntad. Si la violencia y sus víctimas todavía importan, igualmente habría de ser relevante todo cuanto influye en ese ambiente que atenta contra la convivencia pacífica de los seres humanos. Lo primero que debe advertirse es que la violencia está íntimamente ligada al…