Nos entregan una bolsa verde de plástico en cuyo interior hay guantes, botas y una bata quirúrgica, un overol y también la careta de plástico. Atravesamos el área de desinfección donde están las tinas de cloro y las regaderas.
No puedo comparar esta experiencia con ninguna otra. La presión, la adrenalina y el cansancio se mezclan con el sufrimiento de los pacientes. Padecen porque les falta oxígeno, a pesar de las puntas de oxígeno, las mascarillas o los ventiladores; están cianóticos, desaturan por culpa del virus alojado en sus pulmones.
En el hospital les ofrecemos tratamiento paliativo porque no hay cura o son muy caras las que se están ensayando en otras partes. Les damos líquidos para que no se deshidraten, intentamos controlar la fiebre, suministramos anticoagulantes y corticoesteroides, pero nada de esto es curativo.
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