En estos tiempos es considerado con desagrado refutar la voz militar. “El Ejército no se toca”, repite el mantra que ha decidido deificar cuanto provenga de las fuerzas armadas.
Sin embargo, en mi caso hay motivos para exigir al Ejército que deje de mentir.
El lunes 3 de octubre del año pasado denuncié ante la Fiscalía General de la República —junto con el defensor de derechos humanos Raymundo Cárdenas y otro periodista de Animal Político— pruebas sobre actos de espionaje cometidos en nuestra contra, presuntamente por las fuerzas armadas…