Intrigado he leído la réplica que José Luis Vargas Valdez envió a la dirección editorial de este diario a propósito de mis críticas a su desempeño como magistrado presidente del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).De entre los argumentos que ahí expuso, hay uno que de plano despejó las puertas de mi curiosidad; me refiero al punto donde dice: “Ricardo Raphael considera que es ‘el deber ser’ al adoptar un papel muy trillado de sacerdote de la moral pública”.He buscado en el arcón de mi consciencia lo que Vargas describe como mi convicción del deber ser y no estoy seguro de haber hallado lo mismo que él.Temiendo que este magistrado pudiera expropiar, para sí, una cosa más que no le pertenece, me veo obligado —soberanamente— a dotar con mis propios significados ese “deber ser” que, en efecto, considero coherente con el cargo de presidente del TEPJF.Creo con firmez…