Las acusaciones de corrupción se han abaratado a su nivel más bajo, que es cuando se utilizan como mera arma arrojadiza entre políticos cuyo último interés es combatir la corrupción.
El estilo presidencial que señala a los adversarios de corruptos, sin asumir la obligación de probar los dichos, es imitado profusamente dentro de su gabinete. La misma fórmula con la que se descarta y estigmatiza a los adversarios del gobierno, se utiliza para descartar y estigmatizar a los adversarios dentro del gobierno.
La gestión de la pandemia de coronavirus tiene ejemplos de esta fórmula destinada a destruir reputaciones y prestigio, donde igual pagan costos los funcionarios honestos y los que no lo son.
Una de las muchas víctimas de este modus operandi fue en su día José Antonio Novelo Baeza, titular de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris)…