La tragedia de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México prueba que, cuando la verdad deja de ser relevante lo único importante es mentir mejor. Murieron veintiséis personas y otras setenta resultaron heridas por un evento que pudo haber sido evitado. No se trató de un episodio impuesto por obra de la naturaleza, el azar o la mala voluntad de los dioses. Los vagones del Metro donde viajaban las víctimas se desplomaron por culpa de un error humano que debía ser investigado. Sin embargo, la verdad sobre tal investigación ha sido sepultada por las palabras mentirosas de la autoridad…