Donald Trump y Mike Pence, presidente y vicepresidente de los Estados Unidos, afirmaron que el COVID-19 fue diseñado en un laboratorio de Wuhan, en China. En revancha, Zhao Lijian, vocero del ministerio de Relaciones Exteriores del gobierno chino, aseguró que los responsables de llevar el contagio a Wuhan son militares estadounidenses que asistieron a un evento deportivo mundial en octubre del año pasado.
No hay experto de la comunidad científica que defienda estas teorías, pero tampoco hay quien sepa decir, a ciencia cierta, de dónde proviene este coronavirus. La hipótesis del murciélago es sólo una de tantas, lo mismo que aquella que propone al pangolín como la primera fuente del contagio.
Si no se sabe de dónde vino, cabe temer que tampoco se conozca hacia dónde va el coronavirus. Y, ante la incertidumbre, se está volviendo común decir barbaridades.
La pandemia amplificó la desconfian…