Si quiere usted reformar la Constitución haga su propia revolución.” Esta fue la consigna que el priismo convencional defendió durante su larguísimo reinado.Bajo esta lógica, el texto constitucional solo podía haber sido escrito con la pluma de los vencedores. Sus páginas contenían la declaración de principios del triunfador, la expresión más elevada del victorioso, el deseo del gobernante inexpugnable —redactado en letras de oro.El libro de José Ramón Cossío Díaz, Cambio social y cambio jurídico, publicado en 2001 significó una refutación respecto a esta visión. El ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), ahora en retiro, afirmó entonces que el fin del autoritarismo político priista debía traducirse en el fin del entendimiento de la Constitución como una ofrenda en manos del triunfador.El máximo ordenamiento jurídico del país tenía que ser, en cambio, un texto capaz…