Incontables cuerpos cubren el campo de batalla por el que se pasea el ángel exterminador. Tras de sí las nubes oscuras abren paso a la luminosidad que perfila una silueta alada con rostro afeminado y una espada larga que no ahorra su filo a nadie. El grabado es de Gustavo Doré, pintor francés del siglo XIX que alcanzó fama por la fuerza con que retrató mitos religiosos y literarios de Occidente.En esta obra el artista esboza la injusticia de la muerte o, mejor dicho, los excesos que comete Azrael cuando desenvaina su arma letal en tiempos extraordinarios, cuando ocurren las guerras o las pandemias y otros fenómenos que algunos solemos neciamente referir como naturales.Hay decesos que, en tiempos corrientes, no debieron de haber sucedido, pero de vez en vez, el Ángel de la Muerte trabaja doble y hasta triple jornada.Los médicos modernos utilizan un término científico curioso para medir es…