Se derrumba el muro de la moral neoliberal y algunos no quieren todavía darse cuenta. Durante demasiados años, unos cuantos varones impusieron el tono de la conversación pública. Sus libros, cátedras, análisis, artículos y conferencias definieron los términos para nombrar y recrear la realidad.El gobernante en turno necesitó de ellos para legitimarse, atendió o simuló atender sus recomendaciones mientras satisfacía la insaciable ambición de relevancia que padece la inteligencia mexicana.Son los intelectuales beneficiados por el ogro filantrópico —afortunado término de Octavio Paz para definir a las burocracias subordinadas de la política.Mayormente, estos pensadores financiaron su modo de vida con recursos aportados por el contribuyente. Facturaron libros carísimos para decorar los anaqueles vacíos de las oficinas públicas; recibieron comisiones de obra escultural, pagada a precio de oro…