Rosario Ibarra de Piedra fue la primera autoridad que abrió la puerta. Enriqueta Cruz, María Elena Cruz y Julieta Freyre fueron recibidas en las oficinas de la entonces senadora para exponer su caso. Nadie más quería creerles: estaban siendo víctimas de una monstruosa fabricación urdida, entre otros, por la poderosísima Isabel Miranda de Wallace.Julieta tomó la palabra y muy pronto le brincaron las lágrimas. Cuenta Enriqueta Cruz que estaba exaltada porque recordó los meses transcurridos en la cárcel, junto con su madre Rosa Morales.Las encerró Rodrigo Archundia Barrientos, antiguo titular de la Unidad Antisecuestros de la PGR, con el solo propósito de obligar a César Freyre Morales a declararse culpable del secuestro de Hugo Alberto Wallace.Julieta narró el tiempo que pasó lejos de sus hijas, también los maltratos que ella y su madre experimentaron y las torturas a las que estaba siendo…