Atrapados como estamos en el barranco del presente, hemos perdido de vista lo que se juega hacia el futuro respecto de la revocación de mandato.Escapemos por un momento de 2022 para ubicarnos en marzo de 2028, cuando podría celebrarse el segundo ejercicio de este tipo en la historia democrática de México.Supongamos hipotéticamente que para esa fecha quien estuviera ocupando la Presidencia no contase con una aprobación superior a 50 por ciento; esto implicaría que la revocación tendría posibilidades reales de ocurrir.Frente a tal escenario, la autoridad responsable habría de organizar un proceso que igualara en prácticamente todas las condiciones y circunstancias los comicios presidenciales celebrados en 2024: mismo número de casillas, mesas, papeletas y funcionarios capacitados para recabar y contar los votos. De no hacerlo así, el INE sería promotor de una aberración derivada de la asim…