Acaso lo más intrigante en el cuadro sea el gigante que marcha hacia atrás, mientras el pueblo huye hacia delante. El Coloso va desnudo, tiene los ojos cerrados, lleva el puño levantado y avanza a contraflujo de las hordas inocentes que Francisco Goya pintó huyendo de la invasión extranjera.
Este cuadro de Goya, que es de 1808, podría también haber sido pintado en 2022. El Coloso que, a contracorriente, levanta el puño, cierra los ojos y va cargado de convicción, mientras el resto intenta sobrevivir sin rumbo, sin futuro, sin visión, sin esperanza.
Goya narró con maestría una escena de demagogia política. Describió al gigante vanidoso que da la espalda a la tragedia masiva, no tanto porque sea capaz de arrojar al enemigo hacia el otro lado de las montañas, sino porque esa geografía sirve como pretexto para justificar los males que ha sido incapaz de conjurar, así como los desafíos que no ha querido atender…