En mayo de 2019, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que la Secretaría de Bienestar había concluido el censo de las personas que, durante su gobierno, serían destinatarias de las transferencias directas previstas por 12 programas sociales, entre los que destacan el apoyo para adultos mayores, la pensión para madres solteras o las becas para niñas y niños con discapacidad.
Fue una proeza que, en sólo cinco meses, las y los funcionarios conocidos como los Servidores de la Nación hubiesen recorrido todos los municipios pobres del país para censar a todas las personas susceptibles de integrar la lista nacional y única de personas favorecidas.
Por fin la promesa se materializaba: la consigna que hace más de 20 años volvió popular a López Obrador –“¡Primero los pobres!”– dejó de ser una oferta del candidato para volverse la política principal del gobernante.
Este nuevo padrón debía servir para dispersar más de 300 mil millones de pesos anuales a favor de quienes padecen las mayores carencias; sin duda la política social más notable de la historia de México.