Dos conductores van en sentido contrario enceguecidos porque llevan ácido en los ojos. No es necesario adivinar el resultado. Sólo la suerte podría salvarlos de una funesta colisión.
El problema es que no son sólo dos los sujetos intoxicados quienes conducen a toda velocidad. De un lado y otro suman muchos los que han perdido de vista el camino y con ello toda proporción de la realidad.
No tiene sentido repetir aquí los números agregados que bien conocemos. El saldo de personas, en el mundo y en el país, a las que el SARS-Cov-2 arrebató la vida, la pérdida del empleo, la pobreza súbita de millones, el cierre de los negocios, la destrucción multimillonaria de los patrimonios.
Cada una de esas frases incluye mucho dolor humano. En estos días los contagios rondan la vida íntima de tantos. ¿Quién se escapa a estas alturas de sufrir la pandemia en carne propia?
Somos demasiados los que estamos perdiendo. Nuestro futuro no es lo que era, ni volverá a serlo.
Para leer columna completa clic: aquí