“La política es representar a algo o a alguien”, repite una y otra vez Andrés Manuel López Obrador.Para él no hay duda. Ha hecho carrera durante demasiados años colocando su discurso del lado de los pobres y pregonando que su liderazgo depende de representarlos primero que a cualquier otra persona. La metáfora del anclaje a la izquierda es una de sus favoritas. Le ha servido para distinguirse de quienes él descalifica como la izquierda “modosita”, que es como suele referirse al centroizquierda o a la socialdemocracia.También ha sido virtuosa para explicar la distancia que supuestamente le separa de las expresiones que el Presidente señala como conservadoras o neoliberales. La estrategia del anclaje ha sido ciertamente virtuosa para dotar de significados a la geografía política mexicana.En concreto, ha sido atinada para descifrar varios malestares abstractos a partir de un lenguaje invent…