Andrés Manuel López Obrador es un hombre de rituales. Ayer regresó al zócalo de la Ciudad de México, por él nombrado “la plaza de la democracia”.En su discurso por el tercer año de su gobierno mezcló dos sobrevivencias: la suya como político que no se rinde y la del país que superó la pandemia.Ayer fue capaz de multiplicar masivamente las emociones que acompañan la vuelta a una vida extraviada.Con su oratoria hizo lucir un balance generoso sobre las acciones de gobierno. Entre los temas abordados destacó, como suele hacerlo, las acciones de política social.Hizo la promesa de resolver los desafíos del sistema de salud, actualmente contrahecho e ineficiente. Aseguró que, de aquí a tres años, habría médicos suficientes, infraestructura hospitalaria de calidad y abasto óptimo de medicinas.Si solo pudiera cumplir esta promesa, AMLO pasaría sin duda a la historia.También llamó la atención el a…